30 mar 2014

Aprender.



En la infancia se enseña todo lo que teóricamente debemos aprender para poder vivir una vez seamos “grandes”. 
Capacidades tan básicas como el habla, no se logran aprender más tarde si no se enseñan en el momento preciso.  A ese lenguaje que aumenta a ritmo vertiginoso al paso de los días, se le añaden  valoraciones, con lo cual, no existe neutralidad en el aprendizaje. Por suerte, el cuestionamiento parece ser inherente a la raza humana, la única que existe, por cierto. Un aplauso para el cuestionamiento, pues gracias a él, podemos deconstruir el lenguaje, que da significado a nuestros actos. 
Deconstruir el lenguaje es un complemento a la destrucción de todo tipo de estereotipos y estructuras mentales arraigadas.  En la consciencia (e inconsciencia) encontramos los elementos que definen nuestros actos y según sean valorados, los sentiremos de manera tal que seguiremos desarrollándolos o evitándolos. 

Para que estas ideas logren entrar en nuestra cabeza, suele ser necesario haber vivido la experiencia de lo que ello significa, pues si no hay experiencia, muchas veces tampoco hay aprendizaje. Todo conocimiento teórico, suele ir bien acompañado de una práctica. Sin embargo, la gran duda es, ¿hay que aprender para vivir o vivir para aprender? Algunas personas deciden que es más conveniente la segunda opción, si bien ambas, son válidas. Cuando se aprende, a veces es aburrido, pero cuando se vive, hay una  excitación y agitación increíbles, así que mejor una taquicardia escueta que un letargo interminable.

Dedicado a Jorge.





25 mar 2014

El don de la oportunidad.

Siempre llegas cuando más te necesito y menos te quiero. Hay momentos en los que te extraño tanto que te odio y cuando decido acostumbrar mis días a estar sin ti, entonces, te me apareces de repente. En ese momento dudo entre congelar el tiempo, en el caso de que pudiera hacerlo, adaptarme a ti o resignarme a tu paso.

La opción congelación la descarto, además, nunca me gustó el frío  aunque contigo presente nada moleste. 

En cuanto a la adaptación, asunto de valientes, dudo qué hacer según el momento de mi vida en el que me encuentre, claro que dejarme llevar es la opción que siempre más apetece. Apetecer y necesitar, ¿van unidas? Hay necesidades imprescindibles, y respecto a ti, hay varias opiniones respecto a si lo eres o no. Yo no me posiciono en ningún lado, puedo vivir sin ti, y por otro lado, me encanta cuando llegas, no importándome cuanto tiempo hayas estado fuera, ni la manera en que me dejaras la última vez.  

Si decido resignarme a tú paso, puedo prever las consecuencias a futuro, aunque a veces deseara equivocarme con ellas. Algunas veces así me pasó, pero creo que contigo, de las equivocaciones no se aprende, además, no sé si quiero hacerlo.


La otra opción que  existe, es no dejarte entrar, ¿puedo hacerlo?, ¿quiero poder? Podría responder de manera afirmativa a ambas preguntas, me desestabilizas y perturbas como no te imaginas, pero eres un reto para mí y aunque odie tu llegada repentina, más odio tu ausencia, así que, bienvenido seas. 

12 mar 2014

Miércoles.

Esa fue la primera vez que Elena pasaba la noche con alguien en casa. La falta de costumbre la llevó a despertarse más temprano de lo habitual, parecía que hubiera pasado una eternidad desde que abandonó la casa rumbo a la  Place. Decidió que Diana se merecía un amanecer normal, sin acciones particulares y díficiles de repetir  próximas veces. No acostumbraba a dejarse llevar por pautas marcadas y no iba a hacerlo ahora. Así que calentó agua, abrió la ventana, aromatizó la casa y la musicalizcó. 

Cuando terminó la novela seguía sin entender nada. ¿Debía sentirse feliz, aliviada o esperanzada? El alivio es algo que suele durar poco y que reclama mayor alivio poco tiempo después de ser aliviado, así que se entregó, otra vez. La entrega en solitario siempre dura menos que en compañía, Elena no estaba acostumbrada a compartirla, así que esta vez, se la disfrutó mucho más sola que cuando Diana la ayudó. 
La esperanza la había defraudado en varias ocasiones,  y una ilusión creada en una larga duración, luego de menos de 24 horas de realidad, era demasiado arriesgado. Así que optó por descartarla.
¿Felicidad? Años de investigación y no hay acuerdo sobre el concepto, pensaba Elena, pero en ese nuevo día, podría ser el sentimiento que mejor la definía. Aceptó dejarse invadir por ella y dejar de proyectar, por un momento si merecía aplicar la pauta de, el futuro no existe, sólo el aquí y ahora.

10 mar 2014

Intentando entender.

Hace años que Mariela cada noche, antes de dormir, lee el diccionario. Busca las palabras que le faltan por conocer para que la entienda cuando le habla. Es curioso, pues por más que intenta hacerle comprender, siente que nunca llega hasta él. En muchos libros leyó la importancia de diversificar los caminos, para tratar de llegar a un mismo lugar. Pero tampoco. Tal vez no sabe trazar el camino, o puede que no precise de palabras nuevas, sin embargo, piensa mucho en cómo lograrlo y sigue siendo una tarea difícil. Es la razón por la que en vez de seguir ahogándose en frases  largas con palabras que hasta al diccionario le resultan incomprensibles, decidió  comunicarse  mediante nuevas formas.

Le gusta hablar de los animalitos lindos que se encuentra algunos días, también habla de la frialdad o calidez de las personas que la rodean. A veces se ríe, otras se queda en silencio horas, tal vez días… y todos y cada uno de estos estados significan y transmiten algo de ella.


Cuando es Mariela quien trata de entender, pone a las acciones los significados que tienen las suyas, y esto le provoca confusión.  Por eso concluyó que no es ella quien debe desarrollar su capacidad de expresión, ya avanzó mucho durante esos años, en los que él, seguía hablándole sin comunicar. Ahora más que nunca, se comprende a sí misma y de esta manera, él la entiende mejor.