17 feb 2015

Silencio

Son las 15 horas de la tarde, el sol abrasa a lo alto pero Belén oye el mismo silencio de todos los días.  La calle de su ventana es tranquila y nunca se escucha ruido urbano, sin embargo, el silencio de ese día es especial pues la desolación atraviesa cada muro de la casa. 

La ciudad está vacía. Camina sin pensar. En esos momentos se dedica a sentir. Se comunica consigo misma, recuerda el día que llegó, cuenta el tiempo que pasó, imagina el futuro que vendrá. Se visualiza a futuro por esos entresijos que todavía le resultan indiferentes, esos a los que con paciencia espera  ponerle historias. Ella no busca visitar ciudades, sino vivirlas para ponerles sentido. Sin embargo al principio todo está vacío y  los días especiales resultan algo complicados,  esos días que para algunas personas significan el fin de la semana y para otras el inicio.


Al regresar a casa en la noche, en la cual el vacío sigue presente en cada rincón, arranca la melodía nocturna, la de los ladridos de los perros callejeros que en su soledad acompañan a Belén en el final de su jornada.