29 ene 2016

Hoy y siempre.

Hoy, luego de varios años, me he vuelto a parar desnuda frente al espejo y he mirado minuciosamente cada detalle que veo en él.   

Todavía tengo esas arrugas del lado de los ojos, esas que cuando me río, se intensifican de manera proporcional a la intensidad de mi risa. Esas que ya no oculto con maquillaje.

Todavía tengo  estrías en mis piernas, esas que cuando paseo en la playa, se perciben mucho más fácilmente gracias a la claridad del día. Esas que ya no oculto con ningún pareo.

Todavía tengo canas que se escapan entre mi cabello, esas que tanto brillan cuando las baña la luz del sol. Esas que ya no pinto de ningún color.

Muchas personas me decían respecto a todas esas maldiciones que tengo, “no sufras, son las marcas de la vida, esas que nos hacen únicas”. Pero yo sé que no son sólo las marcas de una vida, son las características que me identifican, esas que hacen único este cuerpo, porque sólo yo habito en él.

Todavía tengo los recuerdos de todo lo que me decías que no debía tener, no los borro de mi cabeza, pero los perdono en mí ser.


Todavía tengo este cuerpo repleto de defectos, pero ya no tengo el pesar de tú ausencia, pues hace tiempo que aprendí a dejar de extrañarte y a no cansarme nunca de soñar. Pues hoy, tengo lo único que no puedo permitirme el placer de perder, a mí misma, desnuda, frente a un espejo.