Se levantó temprano para prepararle café. Tan agradable
que resulta el aroma cuando uno camina con los ojos todavía pegados, rumbo al
baño. El frío en los pies descalzos es agradable cuando se sabe que al cabo de
unas horas, este dejará de molestar. El agua está hirviendo, comienza a subir
poco a poco y todo el ambiente se va impregnando de ese olor.
No hay día que arranque sin ese ritual, aromas, caminatas
somnolientas, deseos que buscan ser saciados y
el perro que nunca ladra, siguiéndolo a todos lados.
Él la mira con ojos de indiferencia, sin saber que los sentimientos
no se comunican, sino que se muestran. Espera que ella no lo detecte en su
intención, espera que ese momento se repita durante muchos más días. Espera que
ella vuelva, que cada día ponga a calentar agua, que sus mañanas huelan a ella. Pero esa mañana no huele a café, sino a recuerdos.
Quien te quiere, te hará recordar.
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