En la plaza Pereire, justo en
frente de la parada del metro con el mismo nombre, se encuentra el Café Royal
Pereire. Cada tarde, Marlene regresa del trabajo y antes de llegar a su casa,
se sienta durante un buen rato de la tarde a tomar té y mirar por la ventana la gente pasar.
Marlene vive en la que podría
definir la casa de sus sueños, en la ciudad de sus sueños y con la familia de
sus sueños. Su pareja es un señor de mediana edad, correctamente adaptado a su
entorno, con un grupo de amigos a los que puede ver una vez, o con suerte, dos
veces al mes, mediante cita previa. Tiene la suerte de tener una vida tan
interesante, pues si no fuera por ella, no tendría estos amigos. Su hijo va a una escuela en la que también por
suerte, es amigo de muchos de sus compañeros. Gracias a eso puede vacacionar
con ellos en la costa, en otras ciudades de ensueño y hasta incluso, en otros
países. Marlene es feliz con ese grupo tan maravilloso de amigos, con los que
compartió ideas para la decoración de su nuevo apartamento. Sus amigos son
felices de sus importantes progresos vitales, pues ahora hace fiestas en casa
con caterings privados. Su hijo disfruta por fin de las visitas de los amigos
que años atrás no podía recibir en su hogar, pues su antiguo hogar no era lo
suficiente cómodo para albergarles y cualquier persona amistosa debe comprender
la importancia de esto para poder atender a sus amigos en casa.
Marlene no es rubia, por su suerte
su hijo salió clavadito a su padre, dos gotas de agua dicen en su tierra
original, esa que no visita hace años. Lo que más lamenta de la lejanía es que
sus antiguos amigos no puedan ver crecer a su hijo y como cada vez más se
parece a su padre, así como que tampoco puedan ir a sus fiestas de disfraces y fiestas
temáticas. Lamenta que no puedan compartir con ella su felicidad. La felicidad
de tener amigos por agenda, una casa vacía durante tres cuartas partes del día
y la felicidad de tener una pareja a la que apenas ve fines de semana
salteados, debido a sus importantes e interesantes viajes de negocios.
Así es la vida de ensueño, llena
de cosas pero vacía de otras tantas. Vacía de esos afectos que vivía en la
infancia, vacía de los afectos de la familia pese a todas las diferencias que tuvo
con ellos, vacía de los afectos de la juventud
así como de esos primeros amores pasionales, pero sin embargo, muy, muy llena
de cosas, sobre todo, muy llena de sueños… ¿Será de llena de sueños? Se pregunta su mente
que divaga mientras mira la gente pasar. Entonces mira el reloj y dándose
cuenta del tiempo que ya está sentada mirando ese extraño infinito, termina el
té, se levanta de la mesa con afán, paga su cuenta y sale de nuevo al mundo
real, el mundo de sus sueños.
Foto tomada por Jorge Albuixech.
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