En el momento en que las cosas toman el rumbo que imaginábamos que iban a
tomar pero no deseábamos que tomasen, nos damos cuenta de que duele.
Duele no una vez, ni dos, duele millones.
Esos millones que siempre caen para hacernos conscientes por enésima y enésima
vez que millones no es suficiente para las realidades que las mentes conocen y
los corazones no reconocen.
Y resulta que hay todavía, más que millones, pero ¿hay millones efectivos o
jamás llegan?
¿De qué depende la efectividad de ese millón?
Una vez más, de la voluntad.
No es un número lo que marca la aceptación de la situación, sino que es una
decisión, una actitud y su determinación lo que va a provocar ese final
efectivo.
Millones en una actitud de negación son iguales a cero.
Sin embargo, ¿cambiar para qué todo siga
igual? Pero no seguirá igual siempre que queramos que no lo sea.
Y en lo que concierne
a los azares y destinos “incontrolables”
pues bueno, que se descontrolen.
62, rue Legendre, Paris.
31 de mayo de 2014.
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