Hay una escalera que se dibuja hacia lo alto, es decir, mirando hacia arriba.
Alto = Arriba
- ¿El ascensor por favor?
- Al fondo a la derecha,
- ¿cómo siempre?
- Si claro, ¡¡como siempre!!
Y cuando fue, se cayó.
-¿A dónde? pues abajo.
Abajo= Debajo
Así que ahí está, abajo, sin saber dónde está el ascensor y ahora, sin escalera. Ahí pues, no queda otra que trepar.
Se supone que subir escaleras es tan fácil como caminar. El único problema es que requiere un gran corazón, ese que no muchas personas tienen bien entrenado. El corazón, por suerte no le falta a nadie, sólo falta quién sepa cuidarlo y por supuesto, quiera hacerlo...
Ese arriba puede estar tan alto como cada quién quiera verlo. Alguien tal vez ve 5 alturas y cuando llega a la 3ª le parece tener un corazón enorme. Para quien ve 50 y llega a la 40ª le parece que lo tiene grande pero sabe que puede crecer siempre más. Sin embargo, algunos ven 50 alturas, y estando en la 60ª creen estar en la décima y tener el corazón pequeño.
Y es que claro, subir escaleras cansa y más todavía, fatiga.
Por eso hay quienes suben unas pocas alturas, toman el ascensor (no fácil de encontrar) y cuando llegan arriba presumen de un corazón gigante que subió numerosas escaleras.
Hay otras que llegaron en ascensor, rápido, sin subir, y que sin embargo, animan a no usarlo resaltando los beneficios que ello implica.
Por último hay quienes subieron sin ascensor y cuando llegan, ni lo cuentan ni recomiendan cómo subir, ya que por suerte, el corazón no habla, sino que late, y es a estas personas a quienes el ruido del latido no deja escuchar su voz.
Los mensajes no siempre llegan mediante palabras.
¿Quieres subir conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario