Decenas de épiceries permanencen abiertas día y noche en todos los rincones de la ciudad. En los días nublados, donde el cielo blanco entona con los grises y azules oscuros de sus viejas viviendas, el colorido de las frutas, nos alegra al pasar.
Hay quienes se dedican a interpretar el arte, otras personas simplemente lo observan.
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