Hace años que Mariela cada noche,
antes de dormir, lee el diccionario. Busca las palabras que le faltan por
conocer para que la entienda cuando le habla. Es curioso, pues por más que
intenta hacerle comprender, siente que nunca llega hasta él. En muchos libros leyó la importancia de diversificar los
caminos, para tratar de llegar a un mismo lugar. Pero tampoco. Tal vez no sabe
trazar el camino, o puede que no precise de palabras nuevas, sin embargo,
piensa mucho en cómo lograrlo y sigue siendo una tarea difícil. Es la razón por
la que en vez de seguir ahogándose en frases largas con palabras que hasta al diccionario le
resultan incomprensibles, decidió
comunicarse mediante nuevas
formas.
Le gusta hablar de los animalitos
lindos que se encuentra algunos días, también habla de la frialdad o calidez de
las personas que la rodean. A veces se ríe, otras se queda en silencio horas,
tal vez días… y todos y cada uno de estos estados significan y transmiten algo
de ella.
Cuando es Mariela quien trata de
entender, pone a las acciones los significados que tienen las suyas, y esto le provoca
confusión. Por eso concluyó que no es
ella quien debe desarrollar su capacidad de expresión, ya avanzó mucho durante
esos años, en los que él, seguía hablándole sin comunicar. Ahora más que nunca,
se comprende a sí misma y de esta manera, él la entiende mejor.
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