30 dic 2014

Un imprevisto planificado.

Existe una máquina larga y rápida que cada día desplaza vidas. 
Personas desconocidas en su interior, entre las que la comunicación se reduce a saludos. Cada quien se introduce en el vagón con la cabeza repleta de pensamientos, esos que quieren dejar en su origen o aquellos que proyectan a destino.
De repente la máquina disminuye su velocidad, y algunos de sus ocupantes, felices de pensar en el momento de la llegada, se  aproximan a la salida, pero un frenazo seco los detiene.
Se hace el silencio, la tranquilidad reina, pero el tiempo corre sin parar. Cuando los minutos se  amontonan en una parada que empieza a parecer eterna, las voces de los ocupantes comienzan a disparar sentimientos. A cada vez, las comunicaciones son más frecuentes. Quienes antes eran desconocidos, ahora parecen conocerse de toda una vida.

Fuera, la incertidumbre apremia, una estrella decidió poner fin a su vida. No pensó en el futuro próximo, tampoco en las perturubaciones causadas a las personas que se desplazaban. Sin embargo, el truncar de su camino, provocó el cruce nuevo de otros. Nuevas sendas surgidas gracias a oscuras decisiones. ¿Será una oscura casualidad o solamente el fin de una vida más?

30 oct 2014

Tan sencillo como temer.

Emiliano salió de casa una tarde de otoño en la que ya caía la noche.  Había tomado una nueva decisión en sus quehaceres diarios, dejar de utilizar el ascensor.  Así que ese día, partió rumbo a la escalera. 

Un rato antes,  algún vecino que estuvo por allí  había dejado la luz prendida y Emiliano, sin pensar en el tiempo que ésta duraría, empezó el descenso. Segundos más tarde quedó a oscuras, lo que provocó que se parase de repente.  Si algo no soportaba era bajar a oscuras. Sin embargo, la duda lo invadía,  las opciones presentes eran seguir bajando o esperar a que alguien apareciese de nuevo y encendiera la luz. Los pensamientos buscando una solución no lograban armarse y mientras él, seguía de pie esperando la respuesta. Llegó un momento que se cansó de esperar y tomó asiento. Las yemas de los dedos se enredaban en su pelo y la desesperación sobre qué decisión tomar lo invadía. 

Pero esperó y esperó tanto que la noche pasó, y cuando de nuevo tuvo luz, ya no se acordaba de a dónde iba ni quién lo esperaba. Regresó a su casa y empezó otro día más.


20 sept 2014

Blancos que molestan.

Todos los papeles conteniendo información en la sala se volaron cual tornado intempestivo. En plena voladera, todos mezclados, comenzando a arrugarse y a borrarse a una velocidad tal que la luz parecía lenta a su lado. Las palabras se amontonaron en grupos que nada tenían que ver con contenido  o uso gramatical, los verbos bailaban con las preposiciones, aceptaban algún que otro adjetivo y no les importaba que los signos de puntuación no estuvieran allí para ordenarlos. Los papeles retornaban a su color blanco original,  ese blanco que expuesto  ante él con una pluma cargada de tinta esperaba a cada vez dejar atrás el vacío.


Alex cada día se sentaba frente a un papel blanco, el reto de tener que darle sentido a ese trozo sin contenido era un entrenamiento diario para poder darle sentido también a su propia vida. Por eso, la mañana del huracán, ahí sentado, viendo como todos los papeles se volaban y como las largas frases se escapaban armando un festival en el aire, lo dejó helado. De repente todo el sentido se desvanecía en segundos. Los papeles regresaron blancos a los estantes, las palabras cayeron amontonadas en el suelo sin lógica alguna. Alex se levantó, y como si fuera a agarrar agua con sus manos, trató de levantar ese montoncito de palabras que se escurrió de sus manos todas las veces que lo intentó. Y fue justo en el momento en que Alex  estaba cerca de estallar en llanto escandaloso y silencioso a la vez, cuando su pluma le gritó para ordenarle regresar al escritorio. El papel blanco del día lo esperaba y ella le contó que el sentido, por muy fuerte que se haya perdido, siempre puede volver a recuperarse, y que los papeles volvían a él para dejar de nuevo atrás el vacío que había retornado.

17 sept 2014

La vida sin reloj.

Candela mira el reloj a cada instante, en el panel informativo de la calle, en el andén del metro, en el reloj de la iglesia. Candela no mira su muñeca, prefiere mirarse los pies. Son sus pies los que la trasladan al futuro, no su muñeca, por eso, para marcar  velocidad, mira hacia arriba.
Candela, no tiene relojes en la casa, solamente:

Una cerveza vacía en un mueble comprado a coste cero en la calle,  que recuerda tiempos mejores. El vacío de esa botella tiene la fuerza por momentos, de invadir toda la sala.

Un saco de boxeo que no alcanza el peso suficiente para lograr las descargas de desesperación y estrés “urbano”.
Existen seres con tres patas que tienen la fuerza de crear estrés considerado urbano.

Una guitarra por suerte  afinada, que acompaña con su melodía, la voz masculina que relata sus quehaceres diarios.

Una novela tirada al lado de la cama, que la traslada lejos del peso de su consciencia.

Una gran ventana, que muestra una realidad llena de relojes en los cuales, pasa el tiempo sin movimiento de pies.


A Candela la atrapa de nuevo el vacío de la cerveza, el tiempo pasa fuera de la ventana sin importar el bloqueo de sus pies. El saco de boxeo le demuestra su fuerza golpeándola en la consciencia, pues está agotado de aplacar estrés causado siempre por los mismos seres. La guitarra quiere suicidarse, cansada de que sus melodías no calmen lo suficiente a Candela. Pero los cinco pájaros de la pared, la están empujando por la ventana, para que se acuerde que al igual que ellos, todavía puede volar.

6 sept 2014

Al mar.

África lleva dos días sin dormir esperando su viaje. El barco está listo, y ella contenta de emprender esta partida. Sus oídos bloquearon toda información concerniente a lo absurdo de cruzar un mar en barco teniendo métodos de viaje más rápidos.  África sueña con dormir escuchando el ruido del mar, con amanecer cada día viendo un sol iluminarla en el horizonte acuático, sueña con enfrentar lo absurdo en un entorno de ideas con sentido.

Pasó días  habitando el camarote para adaptarse a su nuevo ambiente hogareño. En ese lugar él le hablaba de lo absurdo de su idea de viajar durante tantos meses, le proponía apenas un paseíto a una isla aburrida y cercana, la cual ella, ya conocía. Tantas amistades le hablaron de esa isla, de lo absurdo de  viajar tanto tiempo teniendo ese lugar ahí, a unos pasos. Por momentos él le parecía aventurero, parecía que se animaba a ir al otro lado del mundo, pero luego se retractaba, hasta tal punto muchas veces, que ni siquiera dormía con ella en su diminuto camarote. África sueña con un mar que le sorprende lleno de tormentas, pero también con ese mar que la hace sentirse libre y plena. Los métodos de viaje rápidos no le permiten ese sentimiento, la isla la aburre, es por eso que ha decidido tomar el timón sola. Sabe que el viaje es largo, pero también sabe que es posible encontrar otros navegantes, esos que le aportarán el sentimiento de la aventura, las ganas de explorar sin temer y esos que también sabe, que en una situación de peligro inminente, jamás la tirarían a la borda para que se la coman los tiburones.


África por fin comienza a navegar, el mar la está esperando.

30 ago 2014

Para valientes.

Así es como se llega al cielo:

Primero se sufre, pues la falta de entrenamiento es un gran mal en el sedentarismo humano de este siglo- sociedad.  
Pasado un tiempo comienza a volverse un camino fácil.
Los tres primeros esfuerzos se convierten en ligeros suspiros, el cuarto empieza a cansar, y una vez llegado al quinto, odiamos tener que padecer siempre ese sexto. 
Cuando terminan todos los esfuerzos la fatiga comienza a desaparecer rápidamente, en ese momento, la conciencia sobre la importancia de entrenarse debería cobrar fuerza, pero por el contrario y de manera más habitual, maldecimos esa fuerza que tantos otros pueden permitirse evadir.

Los que suben al cielo entrenan su corazón a base de persistencia, y cuando llegan, en vez de acomodarse allí arriba, deciden bajar y volver a subir cuantas veces haga falta, sin ningún temor.
Los esfuerzos se repiten, el corazón se fortalece, el cielo se vuelve una victoria ganada a la fatiga, agitación y temor. Una victoria al miedo a cansarse, a esforzarse una y otra vez para llegar, sabiendo que volverá el momento de abandonarlo y tocará aplicarse otra vez para recuperarlo.


Y es que, para llegar al paraíso, hay que tener grande el corazón.


14 ago 2014

El Destino.

¿Cuál es el objeto de orientación más antiguo?   Tal vez sea la brújula. Hay muchas maneras de saber qué camino seguir para llegar a destino. Pero lo difícil del camino, no es saber orientarse, sino tener claro de a dónde se quiere llegar. Buscando ese lugar al que llegar, pasan de repente, años, y con  ellos, es cuando María decide escribir en su lista de vivencias, cuantos amores se terminaron al alba y cuantas amistades se terminaron los lunes…  

Es verano y el clima se tornó lluviosos durante días, apenas sale el sol, pero María no necesita ver el  astro mayor para saber qué él sigue ahí. En esos días fríos de verano agradece tener la certeza de la existencia de un “algo”, por mínimo que éste sea. Su corazón sigue dudando si podrá encontrar corazones como el suyo,  que resisten al tiempo y a esas situaciones vitales que insisten en congelar buenos sentimientos. El amor en un planeta donde la historia  sigue creándose con genocidios y esclavitud  pese a los siglos repletos de crímenes e injusticias.


Tal vez sea la esfera personal donde se encuentra ese sentimiento, ¿sabrán amar los asesinos, los torturadores, los genocidas? ¿Cómo puede María luchar con tanta realidad evidente para seguir creyendo en el amor? Sin embargo, ¡lucha! Ella ama, confía, y se deja ver. Ama a quien no la ama, confía en quienes no se fían y es transparente con los que sienten miedo. ¿Existirá quien ame, confíe y se deje conocer cómo ella?... Cada noche, antes de dormir, su vida pasada le repite con negativas, pero al amanecer, con o sin astro mayor brillando, se aferra a su capacidad de amar, a sus ganas de llegar y a sus esperanzas y decide que sí, que existe. Que el amor existe, y que la historia dejará algún día de escribirse, sea sin situaciones desagradables, sea sin situaciones sin más, porque todos, habremos llegado a destino.


15 jul 2014

Entre sapos y príncipes.

Nicole no besa sapos.
Los sapos, avivados, siempre se escapan. Tanto mejor para ella.

Tampoco besa príncipes.
Los príncipes, nunca fueron su estilo.

Por eso Nicole besa hombres, ni más, ni menos.
Con algunos decide pasar las barreras  de su honra, esa por la que tanto le insistieron para que fuera defendida. Sin embargo Nicole, prefiere cultivar su bien être. Su honra le concierne únicamente a ella y es quien decide cómo definirla. Es así como deshace todo un castillo de normas y valores preestablecidos en los que su propio goce se convierte en prioridad.

Cuando tumba las barreras se enfrenta a la masculinidad de los hombres normales, los que no fueron sapos ni se convertirán en príncipes.
En innumerables  lugares del mundo su placer y deseo es ninguneado y donde no lo es, suele ir definido a una dependencia fálica.  Un esquema de valores patriarcales en los que la relación íntima se define como exitosa sólo y cuando él logra la absoluta rigidez.  Nicole detesta este valor, pues ella acepta la flexibilidad. A veces le molesta si llega en exceso, pero no se ata a la idea de éxito que busca complacer el ego de la masculinidad.


Nicole adora su cuerpo ya sea con contextos rígidos o flexibles, pues sabe que siempre podrá disfrutar independientemente de ellos. Entonces, ¿por qué le niegan el placer cuando la rigidez se desvanece? 
Las quejas y disculpas de aquellos que se sienten abandonados de la que se supone debe ser su esencia  le llegan y fatigan una vez más.  Y ahí, de nuevo, entre lamentos y justificaciones se siente de nuevo, orgullosamente hueca.

26 jun 2014

Lo que era y lo que fue.

Era enero.
Era de noche.
Hacía  frío.

Y apareciste…
Primero te pensé,
Luego desapareciste. ..
Y rápidamente me olvidé de ti.
Pero, “más pronto que tarde” como dijo aquel presidente,
reapareciste.

Entonces te tuve, y de nuevo, te pensé.
Luego, te re-pensé.  
Pero me desgasté.
Por tanto, te desaparecí…
Asesinato,  ¿con o sin alevosía?
A veces me da miedo no tenerte miedo.


23 jun 2014

Mendigos.

Cuando se llega a la idílica Paris, lo que menos  espera encontrar cualquier visitante son tantos lugares repletos de gente viviendo en la calle. La hora del día determina la cantidad y el lugar donde se ubican estas personas. Las avenidas donde se concentran los templos del consumo guardan una imagen limpia de estos seres durante el día, convirtiéndose en auténticos campamentos base durante la noche.

Ciertos habitantes de la ciudad poseen sus lugares de manera fija, así por el día como por la noche y son parte del paisaje, tanto como cualquier elemento urbano. Es por ese motivo que se permiten un “Bonjour” cuando se cruzan con los vecinos del barrio así como alguna que otra corta conversación con ellos.

Todas estas personas son comúnmente denominadas mendigos. Las peticiones más habituales que realizan son: una moneda, un ticket restaurante o algo para comer. La tercera opción es fácil conseguirla cuando pasan las horas sentados al lado de las panaderías,  comercio arraigado en la cultura francesa.
Sin embargo, hay mendigos con hogar, mendigos que se guarecen del clima y preservan su intimidad. Pero, ¿qué mendigan las personas con hogar? Algunas mendigan compañía, rellenar el tiempo de una soledad insoportable en una ciudad que avasalla. Otras personas llegan más lejos mendigando incluso amor, anteponiendo sus propios principios y quehaceres a la voluntad de esas personas que simularán quererlos por unas horas, tal vez días.

Es así como cada día, los visitantes se cruzan con una cantidad de mendigos que jamás hubieran imaginado, sobre todo, si tenemos en cuenta que los mendigos con hogar son invisibles y que su recuento siempre pasará  por alto. 

Entonces, ¿cómo y cuándo acabar con el problema de la mendicidad? 
C’est ça la question !!


17 jun 2014

Trenes.


Otra vez estoy ahí, sentada, mirando las vías y esperando que llegue el siguiente metro que me acerca a ti. Una estación peligrosa en la noche y concurrida por el día. Sin embargo, las precauciones y las aglomeraciones pasan de largo por mi mente en la cual ahora sólo tú, estás presente. 

En cada tren que me acerca, las ansías recorren cada una de mis venas. Una carrera entre andenes para evitar alargar la espera en mi unión a ti, siquiera, cinco minutos más.
Minutos más tarde no hay nada a que temer, ni nada que recordar ni ansías que aplacar. De nuevo te tengo ahí, a mi lado. Entonces la realidad se desvanece, podría buscarla a través de las ventanas, pero no, ahora la realidad de fuera no importa,  más sin embargo, existe. 
El tiempo, cómplice, nos maltrató. Pero ¿cómplice de qué? Cómplice de que las horas a tu lado se convirtieran en segundos imposibles de congelar, cómplice de devolverle la importancia a la realidad a través de las ventanas, cómplice de la corta duración de las noches de junio, cómplice de recordarme que de nuevo debo partir...

De nuevo, sentada mirando las vías, espero cada uno de los trenes que me aleja de ti, en los cuales tú recuerdo, invadirá mi pensamiento.
Hay evidencias en mí de mi paso por ti. La evidencia de la sensación que tú piel genera en mi organismo, el cual alteras llenándolo de desvelos. Nos comimos las horas, vos me comiste el sueño, el hambre, más sin embargo, me llenaste.
La realidad golpea la puerta donde se reconstruyen mi esperanza e ilusión, golpea y entra dando órdenes preventivas de futuras heridas, ¿será posible acercarme a ti  sin herirme y alejarme de nuevo sin que me duela?

El metro llegó y al subirme a él tomo consciencia de que París me sigue ofreciendo nuevos rincones, y es así como con el paso de los días, semanas, meses y pronto años... la ciudad, se sigue anclando en mi.





31 may 2014

Millones .

En el momento en que las cosas toman el rumbo que imaginábamos que iban a tomar pero no deseábamos que tomasen, nos damos cuenta de que duele. 

Duele no una vez, ni dos, duele millones. 
Esos millones que siempre caen para hacernos conscientes por enésima y enésima vez que millones no es suficiente para las realidades que las mentes conocen y los corazones no reconocen.

Y resulta que hay todavía, más que millones, pero ¿hay millones efectivos o jamás llegan?
¿De qué depende la efectividad de ese millón? 
Una vez más, de la voluntad. 
No es un número lo que marca la aceptación de la situación, sino que es una decisión, una actitud y su determinación lo que va a provocar ese final efectivo.

Millones en una actitud de negación son iguales a cero. 
Sin embargo, ¿cambiar para qué todo siga igual? Pero no seguirá igual siempre que queramos que no lo sea.
 Y en lo que concierne a los azares y destinos  “incontrolables” pues bueno, que se descontrolen. 

62, rue Legendre, Paris. 
31 de mayo de 2014. 

13 may 2014

Hágase la oscuridad.

Todavía no es de noche cuando empiezo a mostrarte mi desnudez. Tú te sorprendes y tratas de advertirme del riesgo, pero ¿sabes? yo no le tengo miedo a mi desnudez en la claridad, por muchos descrita como vulnerable. Ya me cayó lluvia, nieve, granizo, también me quemé por el sol. Me paseé golpeada por las inclemencias del clima con una luz (in)soportable.

Tú te escondes en la noche y cuando en ella, trato de alumbrarte, me golpeas fuertemente para evitarlo. Estás tan escondido en la oscuridad que no soportas mi desnudez visible, la ignoras. Me paseé desnuda ante ti con infinitas luces brillando sobre mí, pero tú ceguera me derrumbó. Así que me cubrí y me sorprendí al descubrir que me mirabas de la misma manera  que cuando estaba desnuda, sin verme. 
Me odias por descubrirme porque no soportas tú propia desnudez. Yo ansío verte desnudo, pero cuando traté de desvestirte me golpeaste casi más fuerte que la lluvia incesante de este mes de abril, lo cual me dolió más que mi vulnerabilidad expuesta a plena luz. 
Me presenté desnuda a desvestirte, te reíste de mi desnudez y te defendiste de la tuya. 
La oscuridad tu refugio, mi desnudez tú rechazo.

Por momentos, con tu oscuridad absoluta, me resultas más insoportable que la luz repentina luego de un plácido sueño en la absoluta oscuridad. Creía que podía soportarte, cuando me di cuenta de lo difícil de mi misión, me resigné a no hacerlo más. Pero mi personalidad quiso que me enfrentara de nuevo a ti. Me vestí la desnudez para soportarte entre armaduras de hierro. Me paseé muchas veces desnuda, vos me seguías viendo sin mirar, y cuando aparecí vestida ni cuenta te diste. 
Entonces descubrí que lo que me dolía no era mostrarme, sino, que no me vieras.
No soporto esta armadura que me cubre la desnudez diurna dejándola al descubierto en la oscuridad, donde no me ves ni aunque quisieras. Es demasiado pesada para mí. 
No soporto intentar soportarte, ni mi armadura ni tu oscuridad.

Sin embargo la temida luz siempre llega por las mañanas y a ti te tocó dormir en una habitación sin persiana. Sobre la ventana, la cortina más gruesa y oscura que jamás haya visto.
Deberías tapiar las ventanas, esas por las que ni un mínimo resquicio de luz brotaría en el más absoluto apagón de París, así Haussmann se retorciera en su tumba, pues estoy segura de que si te conociera, lo entendería, ya que hay oscuridades como la tuya, (im)posibles de mitigar.

Cuando decido soportarte, descubro el límite temporal de mi capacidad de soporte, y lo curioso es que el peso de los días se hace cada vez más insoportable. Y es tan insoportable que me planteo mil y una maneras de soportarlo. Y recuerdo… recuerdo aquella última vez, cuando decidí ir a soportarte sin prever que luego, nuevamente, no podría hacerlo más. Pero no, no me enfado conmigo por eso. Estoy acostumbrada a pasearme desnuda, haya o no luz,  yo se conocer y aceptar mi desnudez, y si te da miedo, entonces andá y apagá, otra vez, la luz. 
Pues yo, no nací para vestir armaduras.

Foto: Hugo Passarello Luna. www.hugopassarello.com 


27 abr 2014

Domingo.

En el intento de no seguir marcas pautadas sobre cómo debería reaccionar, a Elena le tocó pasar por situaciones de estrés, incertidumbre y hasta temor. Ansiaba volver a ver a Diana, pero no quería espantar la oportunidad por un deseo precipitado. Las visitas se habían tornado frecuentes, hasta que de repente un día, sumaban semanas sin un solo encuentro. Tanto desgaste emocional acumulado en esa casa durante años no podía seguir creciendo, optó por arrancar las emociones que Diana empezó a generar en ella, para después de un escueto duelo, volver a la frialdad. Pero le resultaba  raro sentirla lejos, lejos de aquel nicho que rugía en el silencio por las noches, donde gritos y gemidos de pasión ahogaban la muda oscuridad. Se habían explorado  a ciegas, en una entrega total que desembocaba en pérdidas de noción del tiempo, cuando parecía que habían pasado horas, aún no amanecía y cuando creían haber despertado temprano, el medio día las alcanzaba.

Elena tenía la casa repleta de objetos, algunos regalados y otros tantos adoptados de la calle. Un día, encontró unos zapatos nuevos que gustaban a todos excepto a ella, y aún así, los usó tanto que nunca olvidará aquel día cuando un diluvio le terminó mojando los pies obligándola a no poder usarlos nunca más. También había encontrado un lindo abrigo que usó en  varias salidas, algunas de ellas, “elegantes”. Sin embargo, esa tarde, cuando ahí, en la puerta de casa, Gabriel  la vino a buscar y encontraron el patín, se dio cuenta de que se había empezado a olvidar de ciertos maravillosos encantos que tiene la ciudad, como el de encontrar objetos más o menos útiles, sin ningún tipo de esfuerzo.

Juntos,  salieron a patinar en ese día que decaía por minutos, y Elena comprendía que lo importante no era tanto buscar el patín para desplazarse, sino aprender a usarlo para no caerse, aunque supiera que una u otra caída por el camino siempre encontraría. ¿Sería Diana una de ellas? 

26 abr 2014

¿Es posible?

Quejarse del frío y escapar del calor.
Lamentar la corta duración de los días en invierno y desvelarse en la noche de los días largos de verano.
Resacas insoportables y fines de semana venideros cargados de alcohol. 
Que raro sentimiento ansiar una situación particular y extrañar la que dejamos al encontrar por fin la nueva. 

El pasado llega atorando el presente y queriendo agarrar el futuro.
 El pasado, negado a aceptar que ya es un fantasma, no se deja escapar de los pensamientos facilmente. Decidido, llegó a anclarse en el presente. 
El futuro, lanza ráfagas queriendo adelantarse, en un presente abrumado por la presencia del pasado.
¿A qué tiempo agarrarse?  Vivir un presente neutro, sin tener en cuenta lo que fue y lo que será.
¿es posible?

¿Es posible la valentía huyendo de la sinceridad, la transparencia y la claridad?

A) No.
B) Imposible.
C) Todas las anteriores son correctas.








7 abr 2014

Llegó el momento.

Llegó el momento.
Legó el momento y no lo acepto,
sabía que llegaría y algunas veces, me  preparé para él.
Pero por más que lo pensara, nunca estuve dispuesta a aceptar su llegada.
Es por eso que  aunque traté de prepararme, llegó y resultó sorpresivo.
¿Era posible prepararse para él?
Cuando veces anteriores, llegó para los demás, pensaba que algún día, 
también llegaría para mí.
Sin embargo, siempre lo veía lejos, tan lejos... 
y esa lejanía de pronto un día, se desvaneció.
Me empujó fuerte, tan fuerte, que sentí pararse mi corazón.
Todas las preocupaciones cotidianas desaparecieron,
mi mente bloqueada sin poder razonar,
mi alma sin saber qué sentir...
Mi peso se triplicó, no podía caminar ni apenas mirar al frente.
La tristeza e incredulidad me tiraban hacía abajo tanto, que el suelo parecía alto.
¿Cuánto tiempo va a durar esto?
Hay momentos que son temporales, pero este, será infinito.
Legó el momento,
el momento interminable de acostumbrarme a vivir sin ti.

2 abr 2014

Piedras.

Llevo un rato contemplando el cambio de iluminación del sol que brilla en el cielo. Las hojas verdes de los árboles por fin brotaron con el inicio de la primavera. Largos meses caminando por esta tierra mojada y despoblada, desembocaron en días claros, floreados y ruidosos al fin. Es un alivio comprobar que todavía existe la vida humana fuera del cemento gris de París.

Pienso en los momentos que compartí contigo, en los deseos de volver a verte cuando no estaba junto a ti y las ansias soportadas las previas a nuestros encuentros. Parece que fue ayer cuando acostada en la sombra de los árboles antes de que el invierno los convirtiera en esqueletos, trataba de adivinar los pensamientos que corrían por tu cabeza, cuando nada importaba a nuestro alrededor y los momentos se reducían a instantes. Ese grato tiempo que llegaba a su fin de manera tan veloz que se convertía en espejismo para da paso, nuevamente, a la espera de volver a encontrarte.

Una señal tuya siempre bastó para aplacarme, cuando creí que llegaría, no lo hacía y cuando no la esperaba, me sorprendía. En cuanto a las mías, sé que a veces te parecieron pocas y distantes. El pasado me cargó de miedos, piedras que se cruzaron en mi camino y que luego quise evitar. Sin embargo, por más que lo intente, este bosque siempre estará cargado de piedras en sus senderos. Hay tramos tan repletos que resulta casi imposible esquivarlas, en otros, brillan por su ausencia. Así querría yo que fuera mi proyección futura cuando estoy pensando en ella, sin piedras... Pero por tanto tenerlas en cuenta para no encontrarlas en mi camino, he terminado  añadiendo yo misma, piedras al mismo.


30 mar 2014

Aprender.



En la infancia se enseña todo lo que teóricamente debemos aprender para poder vivir una vez seamos “grandes”. 
Capacidades tan básicas como el habla, no se logran aprender más tarde si no se enseñan en el momento preciso.  A ese lenguaje que aumenta a ritmo vertiginoso al paso de los días, se le añaden  valoraciones, con lo cual, no existe neutralidad en el aprendizaje. Por suerte, el cuestionamiento parece ser inherente a la raza humana, la única que existe, por cierto. Un aplauso para el cuestionamiento, pues gracias a él, podemos deconstruir el lenguaje, que da significado a nuestros actos. 
Deconstruir el lenguaje es un complemento a la destrucción de todo tipo de estereotipos y estructuras mentales arraigadas.  En la consciencia (e inconsciencia) encontramos los elementos que definen nuestros actos y según sean valorados, los sentiremos de manera tal que seguiremos desarrollándolos o evitándolos. 

Para que estas ideas logren entrar en nuestra cabeza, suele ser necesario haber vivido la experiencia de lo que ello significa, pues si no hay experiencia, muchas veces tampoco hay aprendizaje. Todo conocimiento teórico, suele ir bien acompañado de una práctica. Sin embargo, la gran duda es, ¿hay que aprender para vivir o vivir para aprender? Algunas personas deciden que es más conveniente la segunda opción, si bien ambas, son válidas. Cuando se aprende, a veces es aburrido, pero cuando se vive, hay una  excitación y agitación increíbles, así que mejor una taquicardia escueta que un letargo interminable.

Dedicado a Jorge.





25 mar 2014

El don de la oportunidad.

Siempre llegas cuando más te necesito y menos te quiero. Hay momentos en los que te extraño tanto que te odio y cuando decido acostumbrar mis días a estar sin ti, entonces, te me apareces de repente. En ese momento dudo entre congelar el tiempo, en el caso de que pudiera hacerlo, adaptarme a ti o resignarme a tu paso.

La opción congelación la descarto, además, nunca me gustó el frío  aunque contigo presente nada moleste. 

En cuanto a la adaptación, asunto de valientes, dudo qué hacer según el momento de mi vida en el que me encuentre, claro que dejarme llevar es la opción que siempre más apetece. Apetecer y necesitar, ¿van unidas? Hay necesidades imprescindibles, y respecto a ti, hay varias opiniones respecto a si lo eres o no. Yo no me posiciono en ningún lado, puedo vivir sin ti, y por otro lado, me encanta cuando llegas, no importándome cuanto tiempo hayas estado fuera, ni la manera en que me dejaras la última vez.  

Si decido resignarme a tú paso, puedo prever las consecuencias a futuro, aunque a veces deseara equivocarme con ellas. Algunas veces así me pasó, pero creo que contigo, de las equivocaciones no se aprende, además, no sé si quiero hacerlo.


La otra opción que  existe, es no dejarte entrar, ¿puedo hacerlo?, ¿quiero poder? Podría responder de manera afirmativa a ambas preguntas, me desestabilizas y perturbas como no te imaginas, pero eres un reto para mí y aunque odie tu llegada repentina, más odio tu ausencia, así que, bienvenido seas. 

12 mar 2014

Miércoles.

Esa fue la primera vez que Elena pasaba la noche con alguien en casa. La falta de costumbre la llevó a despertarse más temprano de lo habitual, parecía que hubiera pasado una eternidad desde que abandonó la casa rumbo a la  Place. Decidió que Diana se merecía un amanecer normal, sin acciones particulares y díficiles de repetir  próximas veces. No acostumbraba a dejarse llevar por pautas marcadas y no iba a hacerlo ahora. Así que calentó agua, abrió la ventana, aromatizó la casa y la musicalizcó. 

Cuando terminó la novela seguía sin entender nada. ¿Debía sentirse feliz, aliviada o esperanzada? El alivio es algo que suele durar poco y que reclama mayor alivio poco tiempo después de ser aliviado, así que se entregó, otra vez. La entrega en solitario siempre dura menos que en compañía, Elena no estaba acostumbrada a compartirla, así que esta vez, se la disfrutó mucho más sola que cuando Diana la ayudó. 
La esperanza la había defraudado en varias ocasiones,  y una ilusión creada en una larga duración, luego de menos de 24 horas de realidad, era demasiado arriesgado. Así que optó por descartarla.
¿Felicidad? Años de investigación y no hay acuerdo sobre el concepto, pensaba Elena, pero en ese nuevo día, podría ser el sentimiento que mejor la definía. Aceptó dejarse invadir por ella y dejar de proyectar, por un momento si merecía aplicar la pauta de, el futuro no existe, sólo el aquí y ahora.

10 mar 2014

Intentando entender.

Hace años que Mariela cada noche, antes de dormir, lee el diccionario. Busca las palabras que le faltan por conocer para que la entienda cuando le habla. Es curioso, pues por más que intenta hacerle comprender, siente que nunca llega hasta él. En muchos libros leyó la importancia de diversificar los caminos, para tratar de llegar a un mismo lugar. Pero tampoco. Tal vez no sabe trazar el camino, o puede que no precise de palabras nuevas, sin embargo, piensa mucho en cómo lograrlo y sigue siendo una tarea difícil. Es la razón por la que en vez de seguir ahogándose en frases  largas con palabras que hasta al diccionario le resultan incomprensibles, decidió  comunicarse  mediante nuevas formas.

Le gusta hablar de los animalitos lindos que se encuentra algunos días, también habla de la frialdad o calidez de las personas que la rodean. A veces se ríe, otras se queda en silencio horas, tal vez días… y todos y cada uno de estos estados significan y transmiten algo de ella.


Cuando es Mariela quien trata de entender, pone a las acciones los significados que tienen las suyas, y esto le provoca confusión.  Por eso concluyó que no es ella quien debe desarrollar su capacidad de expresión, ya avanzó mucho durante esos años, en los que él, seguía hablándole sin comunicar. Ahora más que nunca, se comprende a sí misma y de esta manera, él la entiende mejor.

27 feb 2014

De profesión, soñadora.

Un fardo de años me arrastra en un vaivén de situaciones hacia allá y acá pero más para allí que para aquí. Regreso al aquí y encuentro un otra vez. De pronto los años no pasan, de pronto las conversaciones se repiten, los hábitos, formas de hablar y de no hacerlo… Cambiar para que todo siga igual, como ya leí hace años. Cambiar para que todo siga igual, y ¿qué cambia? La negra Sosa respondió bien, sin embargo, el vaivén sigue y la profesión se repite, soñadora. Mucho se ha leído y cantado al respecto de esta profesión, solitaria, gratuita y sencilla. ¿Útil? Tal vez.
  
Entonces si es cambiar para que todo siga igual, ¿para qué volver? ¿Qué es lo que merece la pena encontrar? ¿Qué es lo que nos apena dejar? ¿Qué es lo que nos alegra redescubrir? Hábitos, costumbres, maneras. Algunas tan dejadas y olvidadas que hasta molestan al reencuentro. Y de nuevo, sensaciones y miedos, temores, esperanzas viejas que se repiten, pero ¿cómo se sienten? Impasibles, cada vez más.

Y de nuevo un afán de agarrarme a ese vaivén que me llevará a lugares remotos donde el  corazón sonríe de nuevas experiencias, llora por las desconocidas y amargas y finalmente decide acorazarse de nuevo. ¿Para qué estar aquí o allá, para qué irse y para qué volver? ¿Hay qué  aportar, extraer o concluir algo en este camino? El día pasa, nuevamente, buenas noches, que lindo que es dormir de nuevo y soñar y de repente, otra vez, ¡Buenos días vida! Soñar despierta, o soñar dormida, lo importante es seguir soñando.


23 feb 2014

Martes.

En el séptimo piso de un viejo edificio de la Rue Dulong vive Elena. Hace tanto  que llegó a ese lugar, que ya ni se acuerda de cuando fue. Hay rutinas que se repitieron durante años, más allá de los cambios que sufría el edifiico. Vecinos nuevos llegaban cada pocos meses, los cuales saludaba las primeras veces que se cruzaban, pero luego, casi siempre terminaba odiándolos por sus ruidosos hábitos. Elena siempre vivió sola, ni un lindo animalito se animó a llevar a casa para que le hiciera compañía.  Las mañanas soleadas acostumbraba a pasear por las calles del barrio hasta llegar a la Place de Batignolles. 

Era martes cuando sentada en el mismo banco de cada día, alguien la saludó y se sentó a su lado. No es ese tipo de constumbres las que Elena suele vivir, sin embargo, más allá del asombro, respondió al saludo de manera amable. Repasó a esa hermosa chica que le había regalado una sonrisa ¿cuándo fue la última vez que alguien le dedicó una sonrisa? más tiempo del que vivía en Dulong, por tanto, tampoco sabía. 
Vió en esa linda joven todo lo que ella deseaba, un aire distendido, seguridad en sí misma, postura erguida y lo más importante, facilidad en la risa. Mientras la miraba, su latido se aceleraba por segundos, los miedos ocultos durante años alfloraban y su deseos se desataban. Tantos vecinos saludados y tantas mujeres deseadas, siempre ocultas en amabilidad o en rechazo. El deseo es traicionero por momentos, y eso Elena lo había comprobado en innumerables ocasiones. Por eso esta vez, venció los miedos y se dejó llevar por lo que siempre deseó. Cuando se animó a decirle a Diana, pues así resultó llamarse, lo hermosa que le había parecido, obtuvo una respuesta similar hacía sí misma. Su corazón seguía acelerándose, no sabía  si medir o lanzar, pero se lanzó. Le pidió compartir una taza de té y una conversación en algún otro lugar y varias horas más tarde, muchas historias compartidas, risas desmpolvadas y miedos enterrados, Diana y Elena se abrazaban en el calor de ese solitario hogar. 

Dos cuerpos desconocidos y dos almas deseosas en un martes donde la vida,  sorprendió de repente.

17 feb 2014

Las calles de Paris hablan.


Decenas de épiceries permanencen abiertas día y noche en todos los rincones de la ciudad. En los días nublados, donde el cielo blanco entona con los grises y azules oscuros de sus viejas viviendas, el colorido de las frutas, nos alegra al pasar. 


Hay quienes se dedican a interpretar el arte, otras personas simplemente lo observan. 


















12 feb 2014

Que viva el amor.

Simona adora vivir, a pesar de que se bate cada día con gran cantidad de normas absurdas que tratan de impedirle ser ella misma, y que además, tratan de negarle la evidencia de muchos elementos reales. Tiene un corazón fuerte pues no le teme a la soledad. La soledad de despertar en una cama vacía, escuchar la radio, mirarse al espejo y quererse tal como es, amarse sin que nadie le hable en las mañanas, con la única compañía de su corazón,  el cual la obliga a que sienta lo valiosa que es.

Cada día es único, y en cada uno de ellos sus actos  van cargados de acciones que continuamente persiguen su sueño, ¿o tal vez sueños...? ¿Qué debería desear Simona? Los días que el dilema se presenta en su cabeza una dura batalla transcurre en su interior. Vacío, tristeza, orgullo y libertad  son sólo algunos de los sentimientos que la recorren en apenas pocas horas. El día que decide transgredir  se siente libre y fuerte,  creando pánico y reputación a su alrededor. Es transgresora, pero no se confundan, no es fácil. Cuando se siente triste o vacía se esconde, no habla, no comunica, espera sanarse de la batalla para presentarse de nuevo frente al mundo. 

Le encanta el placer, lo manifiesta, se enorgullece de ello. Sabe complacerse tanto que aquellos a quienes complace jamás pueden olvidarla. Se siente libre, es dueña de sí misma y nadie mejor que ella para amarse. No rechaza amores compartidos, pero le gusta escogerlos. Antes sufría por los rechazos, ahora se divierte con ellos.  A veces se ríe de quienes la temen, otras se indigna porque así sea. Pero aunque no sea fácil, toma la iniciativa, escoge, transgrede y se fortalece. Sola, en compañía, entregando o entregándose, Simona se ama

4 feb 2014

Sin límites.

Una mañana me desperté mientras alguien gritaba mi nombre. Cuando alcancé a llegar a la ventana y mirar a través de ella, no vi más que un hombre jugando con un lindo perrito. Debido a la poca visibilidad que tenía por esa ventana decidí salir a buscarlo. Miraba a todos lados, caminé incluso de un lado a otro de la calle, pero no había nadie más, ese hombre llamaba a su perro por mi nombre.


Los límites siempre me confundieron. 
Límites son esas línas imaginarias o físicas que delimitan hasta dónde podemos o no llegar. 
Cuando camino hacía el mar cruzo el límite que me moja o decido permanecer seca. 
Cuando camino en la montaña decido tirarme por el precipicio o  mantenerme 
a salvo.
Cuando mi mente vaga por tú recuerdo, decido recrearme en ti o sacarte de mis pensamientos.

A veces me sorprende ver hasta dónde estoy dispuesta a llegar. Creo que mantengo mis límites a salvo, otras sin embargo tengo mis dudas. Pero a salvo ¿de qué o quién? Pues del agua, de la solidez de un suelo firme y de los sentimientos que tus recuerdos generan en mí.


Así que he decidido que ya está bien de tanto salvar,
 me voy a mojar, voy a echar a volar y te voy a enfrentar.


Atardecer en Étretat, cuyos precipios invitan a saltar. 

29 ene 2014

Te tengo ganas.


- ¿Estás bien?
- ¿Sabes?, a veces sí, pero muchas otras no. Sin embargo, siempre te tuve ganas.
- ¡Ah!, Bueno.. este...
- ¿Ah, bueno, este...? Emocionante respuesta donde las haya.
-Y bueno, me descolocas. ¿Qué se yo?, no puedes llegar y soltarme así de repente...
-Y bueno, tú preguntas, voilà! yo respondo. Quién no quiere oír la verdad no pregunta.
-¿Y por qué no sueles estar bien?
- El estar es más que un estado particular. Como te dije, siempre te tuve ganas, hoy no dejo de tenértelas y espero no dejarlas nunca. Pero se pasa por diferentes etapas: tristeza, desolación, nostalgia, apatía, enfado. Lo bueno es que logro pasar esas etapas pues las ganas que te tengo son mayores, y según las paso, más  ganas te tengo todavía.
Tú, ¿me las tienes a mí?
- La verdad sí, pero me gusta retarte. A veces me cuesta ganarte por las mañanas, hay noches que te me pierdes, sin embargo otras, me haces llegar alto, muy alto. Y es en esas noches cuando puedo perderme en ti sin miedo. Entonces me doy cuenta, justo ahí, de lo tanto que te quiero, ¿sabías que te quiero no?
-¡Sí claro! De ahí las etapas de risas, alegrías, complicidades, sueños, amor, pasión y entrega.
-Adoro que me quieras.
-Yo adoro vivirte.

27 ene 2014

Recuerdos que vienen y revienen.



El mes de enero de 2014 está por llegar a su fin y con él, ya se siente el invierno sobre la ciudad. El frío de estos días no es mayor al de algunos días de noviembre y diciembre, oficialement meses otoñales. Sin embargo, en los árboles ya no quedan hojas de ningún color, ni siquiera las pobres descoloridas del otoño antes de que perecieran y fueran recogidas para ser convertidas en algo "occidentalmente útil". 

Es por ello que cada día, en mi mente y en mi pequeño entorno, creo sub-mundos de música y olores que me transportan a lugares exóticos que conozco y extraño. A veces pareciera mentira que mi cuerpo haya pasado por esos lugares que ahora parecen tan lejanos y que otra vez se tornan sueños. Lo curioso es recordar como lo que allí deseaba y lo que acá deseo es totalmente diferente... 

Allí  deseaba que fueran pocas y no muchas, las personas que me hablaban para poder avanzar en mi novela,  que  la cama que nos aguardaba estuviera acompañada de mosquitera así como que el calor permitiera descansar en la noche. También deseamos ver la Luna, tanto que cuando apareció aquel atardecer hubo gritos de alegría, y esa noche no importó que hubiera más pescado para los amores de terceros que para una misma.
En un sólo día podía llorar, frustrarme y reír. Acá nadie me habla, puedo leer durante horas, pero no hay teranga, no necesito mosquitera y el calor pareciera no exisitr, se volvió casi inimaginable. En un sólo día no lloro, me frustro y rio a la vez. Sino que lloro sin más, procuro evitar la frustración armándome de voluntad y me obligo a reir. 
Que cambio y que díficil podría definirse.

¿Es la dificultad proporcional al tamaño de los sueños?
 ¿Quién define que un sueño sea imposible o muy díficil?
Procuro no pensar en ellos, de momento sólo ando siguiéndolos... ¡SÓLO!




Dedicado a Rebeca y sus gritos lunáticos.

26 ene 2014

¿Subimos?

Hay una escalera que se dibuja hacia lo alto, es decir, mirando hacia arriba. 

Alto = Arriba 

- ¿El ascensor por favor?
- Al fondo a la derecha, 
- ¿cómo siempre?
- Si claro, ¡¡como siempre!! 

Y cuando fue, se cayó.
-¿A dónde?  pues abajo.
 
Abajo= Debajo

Así que ahí está, abajo, sin saber dónde está el ascensor y ahora, sin escalera. Ahí pues, no queda otra que trepar. 

Se supone que subir escaleras es tan fácil como caminar. El único problema es que requiere un gran corazón, ese que no muchas personas tienen bien entrenado. El corazón, por suerte no le falta a nadie, sólo falta quién sepa cuidarlo y por supuesto, quiera hacerlo...

Ese arriba puede estar tan alto como cada quién quiera verlo.  Alguien tal vez ve 5 alturas y cuando llega a la 3ª le parece tener un corazón enorme. Para quien ve 50 y llega a la 40ª le parece que lo tiene grande pero sabe que puede crecer siempre más. Sin embargo, algunos ven 50 alturas, y estando en la 60ª creen estar en la décima y tener el corazón pequeño. 
Y es que claro, subir escaleras cansa y más todavía, fatiga.

Por eso hay quienes suben unas pocas alturas, toman el ascensor (no fácil de encontrar) y cuando llegan arriba presumen de un corazón gigante que subió numerosas escaleras. 
Hay otras que llegaron en ascensor, rápido, sin subir, y que sin embargo, animan a no usarlo resaltando los beneficios que ello implica.
Por último hay quienes subieron sin ascensor y cuando llegan, ni lo cuentan ni recomiendan cómo subir, ya que  por suerte, el corazón no habla, sino que late, y es a estas personas a quienes el ruido del latido no deja escuchar su voz.

Los mensajes no siempre llegan mediante palabras.
¿Quieres subir conmigo?

12 ene 2014

Ventanas.

Me resulta extraño acordarme todavía de tí y que  quiera encontrarte cuando sé, que por más que lo intente, no lo lograré. Hay cientos de ventanas desconocidas en las ciudades donde compartimos tanto y sin embargo, conozco el camino que debería recorrer para llegar hasta ti, a esa ventana que recibía el día a través de nuestros ojos, a la otra en la que caía la noche y nos miraba dormir una y otra vez.
Aunque no es una ruta intransitable o una dirección equivocada o mudada la que me aleja de ti, sino que eres tú quien no quiere que llegue y quien impide que eso suceda.

Así pues, me conformo con tenerte en mi recuerdo, y me pregunto si el futuro me permitirá encontrarte de otra manera que no sea así, pero, ¿qué diferencia habría?
Me sacaste, me sacaste antes de que yo decidiera irme... trataste de evitar que me fuera y luché contra esa retención. Una lucha ganada que todavía a veces hoy me duele, pues no entendí por qué me retenías si al mismo tiempo me sacabas.  Pensé mucho sobre ello, reprimí emociones, contuve sentimientos, lloré la contención, pero finalmente, sonreí y aplaudí al logro. Otro logro conseguido después de vestir mi corazón de hierro.
¿Realmente me sacaste?, ¿alguna vez me dejaste entrar? Preferí no pensar en ello...

Siempre creí que estaba a tú lado, creí que estabas, que querías estarlo de la misma manera  que yo lo estuve para ti, sin embargo no fue así. Y no lo era porque no me resigné a ser lo que tú querías que fuera. Por ese motivo sonrío a mi logro. Me dolió que me echaras, y me dolió tanto en el momento, como mucho tiempo después del mismo, cuando vi que hubo alguien que llegó y a quien no sacaste.

Algo que nunca imaginé es que se me cortara el corazón y se me escapara a trozos por el mundo...
Soy generosa en cuanto al hecho de repartir se trata. Me resulta fácil cortar y regalar mi corazón, así sea a alguien que permanece cerca de mí o que sé que se alejará con el tiempo. Tengo trozos que se fueron para no volver más, parte de estos laten con mucha fuerza aunque estén lejos de mi, algunos se marchitaron por el camino o al llegar a destino, otros simplemente se disecaron. Y también están los que abandonaron esta vida y cruzaron a esa otra que nos espera. La pérdida de estos últimos me tocó llorarla con abrazos invisibles.
¿Viviste alguna vez la dificultad de un abrazo vacío?
¿Dónde tienes el trozo de corazón que te regalé? Ese que murió en el mismo espacio físico en el que tú y yo nos encontrábamos y el cual, no precisó de un viaje, de kilómetros o  mares para secarse. Ese que no valoraste y que además, no me devolviste.

Pero no, no te reprocho. Hay días que mi corazón visita aquellos trocitos que hacía meses o años que no veía, que le llenan de energía y permiten un latido más fuerte y seguro. Trozos que tienen capacidad de hacer olvidar los que se quedaron por el camino, como el tuyo, aquel que si  bien me sangró cuando se fue, pudo cicatrizar ayudado de los que sé que si están y no se irán.

Quédatelo, no te di el amor para que me lo devolvieras, te lo di porque te quería, aunque yo no lo expresara con palabras, que es la manera más banal de decir lo que se siente.

Sé donde estás y no es en mí, ya no quiero tú ventana.

11 ene 2014

Currículm


Sigo mirándome al espejo y buscando mi mitad, esa mitad por la que gran parte de mi círculo social me pregunta y la cual, yo no veo que me falte.

Nací sola, bueno no del todo, pues había unas personitas muy amables que ayudaron a ello, pero sí, de una mujer sola.
Una mujer que se levantaba cada día antes que el sol, que buscaba recursos donde no había y sacaba fuerzas que teóricamente no tenía.
Esa mujer que lidiaba entre el amor y orgullo, manteniendo intacta su dignidad. La dignidad que todo ser humano tiene y que a muchas mujeres se les critica por ensuciar. Pero ensuciar ¿de  qué manera?
Pues de sexo, de la variedad de personas con las que se complace y complace sexualmente, otra vez... De independencia, de soltería, de falta de reproducción.

Y entonces, de repente, aplicando la regla de lógica básica de:

Si A igual B, 
B igual a C, 
Entonces A igual a C.

¿Qué descubro? Que esa mitad por la que me preguntan  es la persona singular con la que debería compartir mi sexo, a la cual le debería agradecer un compromismo emocional y la "pérdida" de mi independencia. Pérdida en el sentido de sacrificio, y entregar todo por su amor.
Y es que, si bien no soy contraria a una relación amoroso-afectiva, no es ella la que me permite tener mi vida y no sentirme a medias, pues nací completa y en mi currículum vital  viene indicado lo siguiente.

Nombre: mujer
Profesión: lucha
Formación: capacidad
Estado civil: completa


Yes we can do it, don't forget it